Las Empresas Sociales de Salud Mental son experiencias en las que pueden identificarse una dimensión económica vinculada a una actividad continua que produce bienes y/o vende servicios, la asunción de un nivel significativo de riesgo económico y una mínima cantidad de trabajo remunerado (las empresas pueden combinar distintos recursos monetarios o no monetarios). Asimismo, se considera una dimensión social que incluye el objetivo explícito de beneficiar y servir a la comunidad, ser una iniciativa lanzada por un grupo de ciudadanos u organizaciones de la sociedad civil como resultado de dinámicas colectivas que implican a personas pertenecientes a una comunidad que comparte una necesidad o fin bien definido.
Otro aspecto importante a considerar es el grado de autonomía ya que las empresas sociales son creadas por un grupo de personas sobre la base de un proyecto autónomo y gestionadas participativamente.